EL CHE Y MARIATEGUI
El marxismo latinoamericano tendrá en José Carlos Mariátegui
a su exponente más destacado a lo largo de su proceso de conformación
histórica, y lo será porque encontró en el Amauta peruano a un revolucionario
donde confluyeron dialécticamente teoría y práctica. Teoría por cuanto la
gigantesca producción intelectual de “El Amauta” constituirá una fuente
inagotable de aplicaciones del marxismo a los diferentes aspectos de la
realidad de los países andinos, esa aplicación que Mariátegui reclamaba no
puede ser “ni calco, ni copia, sino creación histórica”, y que llevará
los planteamientos de los grandes maestros de la ideología proletaria a interpretar
la historia peruana, el problema del indio y la tierra, la literatura andina y
universal, el arte de su época, las vanguardias, etc.; su obra cumbre serán los
Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, donde realizará su
propuesta de análisis histórico de las sociedad andinas, que será la base de
todo el pensamiento marxista posterior en la región. En lo práctico, El Amauta,
será el fundador del Partido Socialista del Perú, (del que se desprenderá el
Partido Comunista del Perú), y desde esta trinchera desarrollará su lucha
contra el Estado peruano por la implantación del socialismo en el Perú. El
Partido de Mariátegui será un Partido de Nuevo Tipo, es decir, un partido
combatiente, disciplinado, centralizado, selectivo y que tenía como objetivo la
conquista del poder político por el proletariado como vanguardia de las clases
populares fundamentalmente campesinas.
A pesar de los intentos revisionistas y oportunistas de
cooptar el pensamiento de Mariátegui para hacerlo pasar por un “marxista
crítico”, el Amauta era una marxista “convicto y confeso”, que asumió los
postulados marxistas para aplicarlos a la realidad peruana, pero sin alejarse
de los principios y fundamentos de la teoría revolucionaria, es por eso, que el
Partido de Mariátegui fue parte de la Tercera Internacional, de la KOMITERN, de
la Internacional Comunista; y como tal, en la disputa entre Stalin y Trotsky,
el Amauta tomó partido por el primero, y condenó el oportunismo de la mal
llamada “Cuarta Internacional”.
De la misma manera, Mariátegui no fue un “indigenista”, su
lectura del problema indígena, como el mismo lo planteó, no buscaba respuestas
en lo cultural, educativo o jurídico, buscaba sus respuestas en la propiedad
sobre la tierra, y lo enmarcaba dentro de las reivindicaciones generales que la
revolución socialista tendría que englobar para ser verdadera. Siempre afirmó
que un “revolución indígena” a lo que llevaría es al aparecimiento de una
“burguesía indígena”, y que por lo tanto la revolución era proletaria, y el
proletariado sería la clase que podría vanguardizar las demandas de los pueblos
indios integrándolos en un “marxismo hablado en quechua”, donde la comunidad
como fundamento económico podría convertirse en la base de la propiedad
colectiva sobre la tierra y la formación de cooperativas agrícolas socialistas
y colectivizadas.
Mariátegui moriría en abril de 1930, pero dejaría una huella
imborrable en el comunismo latinoamericano y mundial, convirtiéndose en uno de
sus principales ideólogos y referentes, y que además, gracias a su capacidad de
análisis de la realidad, sería acogido, no solo por comunistas, sino por todo
estudioso honesto de la realidad de los países andinos como base para cualquier
propuesta teórica de “Interpretación de nuestra realidad”.
Dos años antes en Rosario, Argentina, había nacido Ernesto
Guevara, quien pasaría a la historia de la Revolución Proletaria Mundial como
el Comandante Che Guevara, y en la historia del Che, existe sin dudas un antes
y un después de la experiencia de Guatemala, uno es el Ernesto Guevara, joven
pequeño burgués viviendo aventuras por América en motocicleta, y otro será el
Che al que le nacerá la conciencia frente a una estampa del “viejo y llorado
camarada Stalin” ¿Qué cambió en el Che?.
Mientras viajaba por Sudamérica conoció a Hugo Pesce,
comunista peruano, quien le había hablado ya del Amauta, y a quien dedicaría
una edición de Guerra de Guerrillas con el siguiente texto "Al Doctor Hugo
Pesce, que provocara, sin saberlo quizás, un gran cambio en mi actitud frente a
la vida y la sociedad, con el entusiasmo aventurero de siempre pero encaminado
a fines más armoniosos con la necesidades de América" y luego Hilda Gadea,
le volvería a introducir en la obra de Mariátegui fundamentalmente al estudio
de los Siete ensayos, y El alma matinal . A partir de entonces el pensamiento
del Che estaría marcado por las tesis del Amauta.
Las nociones del carácter socialista de la Revolución
Latinoamericana serían fundamentales en el pensamiento del Che, la idea
(defendida en ese entonces y hasta la actualidad por los falsos “partidos
comunistas”) de que era necesaria una Revolución Democrático- burguesa para dar
el paso al socialismo siempre fue combatida por Mariátegui, denunciando su
carácter reformista y contrarrevolucionario, planteando la existencia de una
burguesía débil y servil con el Imperialismo incapaz de llevar adelante
procesos de liberación nacional, sería la base para que el Che proponga
que nuestros países deben llevar adelante procesos revolucionarios socialistas
que se compongan de dos etapas, una primera de Liberación Nacional encabezada
por las clases populares, y una segunda socialista, en las cuales no estaba
presente la burguesía como clase revolucionaria, y por el contrario, ésta,
debía ser aniquilada.
Este proceso, para el Che, era un proceso donde la
vanguardia proletaria debía movilizar a las masas populares fundamentalmente
campesinas del continente; en otras palabras, la solución al problema agrario y
campesino, no era jurídica, educativa, moral, cultural, etc., era una solución
económica, y solo la premisa socialista podía integrar la demanda de las masas
de campesinos en una lucha por la construcción de una sociedad dialécticamente
superior a la capitalista. En el discurso ante la asamblea de la ONU, el Che esbozará
aquella famosa idea de que: “Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir
las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros
explotados; la van a escribir las masas progresistas, los intelectuales
honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América
Latina. Lucha en masas y de ideas, epopeya que llevarán adelante nuestros
pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos
desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño. Nos consideraban
rebaño impotente y sumiso y ya se empieza a asustar de ese rebaño, rebaño
gigante de doscientos millones de latinoamericanos en los que advierte ya sus
sepultureros el capital monopolista yanqui”, que constituye una síntesis
maravillosa del pensamiento de Mariátegui, el papel de las masas campesinas, la
construcción histórica de un socialismo latinoamericano, la revolución
proletaria como único camino para la reivindicación de las demandas de las
clases populares, el papel de los intelectuales en la revolución, y el
despertar de los pueblos como una masa de millones que es capaz de enfrentarse
con el imperialismo en una guerra de masas capaz de conmover al mundo.
El pensamiento del Che, era un pensamiento que partía del
marxismo más radical y ortodoxo, entendiendo ortodoxia (como lo plantea el
Camarada Arenas desde su encierro en las prisiones del fascismo español) por
fidelidad a los principios fundamentales de la ideología proletaria: es decir
el papel de la lucha de clases como motor de la historia, la revolución
socialista como camino para la liberación de los pueblos, la caducidad del
parlamentarismo, la construcción del poder y asalto al mismo como resultado de
la violencia revolucionaria, la denuncia, condena y combate contra toda forma
de oportunismo, reformismo y revisionismo; y sobre esta base desarrollaría una
propuesta de transformación de la sociedad conocida como la “Guerra
Revolucionaria del Pueblo”, la misma que sería el cumplimiento práctico del
mandato del Amauta de “un marxismo que no sea calco ni copia, sino creación
histórica, creación heroica”.
El marxismo latinoamericano actual sigue marcado por estos
dos grandes exponentes, y al mismo tiempo su pensamiento sigue siendo deformado
por los oportunistas de turno para acomodarlo a sus prácticas conciliadoras que
legitiman el orden burgués de dominación. Lenin advertía que, el triunfo
teórico del marxismo es tan abrumador, que obliga a sus enemigos a disfrazarse
de marxistas deformándolo; en nuestro caso el triunfo de las tesis de
Mariátegui y del Che es tan abrumador que ha obligado a que todos los
oportunistas de moda se hayan puesto la camiseta y el nombre de nuestros
grandes referentes para llevar adelante prácticas que contradicen sus
postulados básicos: pactar con gobiernos fascistas o burgueses, para acaparar
cargos de dirección y fraccionar a los movimientos revolucionarios, prácticas
clientelares y electoreras, etc. ; pero el pensamiento marxista de ambos es tan
poderoso que son incapaces de deformarlo y termina apareciendo en esa
entrañable transparencia que vuelve a dar sentido a las demandas de los pueblos
empobrecidos del capital, y deja de lado a los oportunistas para calar en las
masas de pobres que han comenzado a andar y que marchan bajo la sombra de ese
mito andino que mencionaba el Amauta, ese mito rojo que guiará a los pobres del
campo y la ciudad, que tiene la cara de ese guerrillero ejecutado en La
Higuera, mientras se jugaba el pellejo para probar sus verdades.
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