domingo, 8 de octubre de 2017

50 años de la caída en combate del Che


50 años de la caída en combate del Che

La Revolución Cubana fue la última gran revolución del siglo XX, y es uno de los dos procesos revolucionarios que lograron llegar al siglo XXI sobreviviendo al colapso del llamado “Socialismo Real” (el otro es la heroica Corea del Norte y su vía Juche), si bien se puede criticar muchos de los llamados “errores” del socialismo cubano, lo que es innegable es que haber sobrevivido tras la caída del Este y conservado buena parte de los logros socialista a pesar de haber atravesado décadas de bloqueo imperialista, lo que habla de un proyecto auténtico, un proyecto real, una Revolución que continuó el camino iniciado por los bolcheviques y que ha logrado sostener una propuesta social que es necesario estudiar y aprender.

Y este proceso, es sus etapas iniciales como actor presente, y en el resto de su historia como guía ideológica, práctica y ética sería el Che Guevara, el guerrillero internacionalista y comunista que participó de la guerrilla en la guerra contra Batista, en el proceso de Liberación Nacional y en los primeros años de la Construcción del Socialismo, marcando el proceso cubano con una visión radical, estudioso de Stalin y Mao, aplicaría la teoría de los dos grandes maestros a la realidad cubana y latinoamericana, y desarrollaría una visión marxista que cumplió con el mandato mariateguista de que nuestro socialismo no puede ser ni calco, ni copia, sino construcción histórica, construcción heroica.



Al mismo tiempo el Che es la encarnación en el siglo XX del espíritu bolivariano, heredero de las Cartas de Jamaica de Bolívar y de Nuestra América de José Martí, volverá a pensar en el sueño de la integración americana, en la posibilidad de retomar el destino común destruido por los intereses de las oligarquías nacionales, pero ese destino común solo será posible como un futuro socialista. Heredero de Stalin, no dejará sus tesis como letra muerta, sino que se lanzará a convertirlas en hechos concretos, el Che representa esa herencia proletaria como acción transformadora de la realidad, ese internacionalismo que llevó a comunistas del mundo entero a luchar y morir defendiendo la España republicana, y a millones de proletarios de todos los países a unirse para defender a la Unión Soviética y aplastar al fascismo; y esa herencia lo llevó al Congo a pelear contra el imperialismo, y ser derrotado, para finalmente recalar en Bolivia donde encontraría la muerte heroica.
La muerte en Bolivia del Che marcó una época de la Revolución Mundial, el afán norteamericano de matar al fantasma de la historia encarnado en el guerrillero argentino fracasó rotundamente, tras fusilar al Che en La Higuera parece ser que la sangre derramada germinó en todo el subcontinente, desde México al Cabo de Hornos, millones de americanos se organizaron en Partidos, guerrillas, ejércitos populares, movimientos revolucionarios que sacudieron América desde 1970 hasta la actualidad, no hubo lugar en América donde no se desarrollara la lucha armada, la lucha revolucionaria, el Che se convirtió en el referente, en la imagen, en el rostro de los sin rostro, en la cara en sombras donde todos los oprimidos del continente se reflejaron, en esa especie de figura totémica que todos reconocen, con la que todos se identifican aunque no sepan su historia.

Existe un antes y un después de la caída en combate del Che, en una de sus cartas de despedida el Che decía “muchos me dirán aventurero, y lo soy, pero de un tipo diferente, de los que se juegan el pellejo para demostrar sus verdades”, y en su sacrificio heroico, en su muerte, no se apagó el fuego revolucionario de la juventud americana, sino que cobró un sentido, la revolución no es un camino de rosas, en una sola dirección que nos conduce pacíficamente al socialismo, la revolución es un camino donde el revolucionario va a morir (o al menos está en el cálculo lógico de probabilidades) , pero esa muerte no importa, esa muerte es la cuota, el sacrificio necesario para construir un mundo diferente, el camino al socialismo es un camino donde se deja el pellejo, donde se muere, pero la muerte de uno se convierte en la vida de millones, una vez más Mariátegui vuelve a encarnarse en el Che: la cárcel o la muerte para el comunista, para el revolucionario, es solo un gaje del oficio. El revolucionario sabe que morirá en la Revolución, y no le importa, es parte del camino, por eso el poder, el capital, el imperialismo le teme, porque no puede comprarlo, no puede negociar con él, no puede amedrentarlo, y no puede derrotarlo, porque es solo un ejecutor de la historia.