jueves, 21 de septiembre de 2017

RECORDANDO AL COMANDANTE JORGE BRICEÑO “MONO JOJOY”

RECORDANDO AL COMANDANTE JORGE BRICEÑO “MONO JOJOY” 

MOVIMIENTO GUEVARISTA TIERRA Y LIBERTAD 


¿Por qué el odio y la campaña sucia se ensañaron siempre con la figura del Comandante Víctor Julio Suárez Rojas, conocido como el “Mono Jojoy”?, de todos los guerrilleros de la historia latinoamericana el Mono Jojoy es uno de los más vilipendiados, calumniados, desfigurados; y sobre el cual se ha levantado una leyenda negra repetida de manera compulsiva por los medios de comunicación, que nos revela que posiblemente su figura representa la esencia de esa alma latinoamericana que ha luchado ya 200 años por su segunda y definitiva liberación; porque el Comandante Jorge Briceño representó la esencia de esos ejércitos bolivarianos que revivieron bajo la ideología fariana buscando unificar una América fragmentada (por los intereses de las oligarquías y el Imperialismo), en una nueva América libre y socialista. El Mono Jojoy fue un hijo del sufrimiento y el dolor que el capitalismo desata sobre el pueblo cuando se decide a ser libre; tuvo desde su más temprana infancia que desplazarse huyendo de la violencia con que la oligarquía colombiana castigaba al pueblo que buscaba paz y justicia social. Durante ”La Violencia” su padre fue asesinado cuando combatía junto con las guerrillas liberales contra el terror desatado por Rojas Pinilla, y desde los ocho años ingresó a los movimientos insurgentes, siendo su madre parte de las autodefensas comandadas por el inmortal Jacobo Arenas. Esta historia personal nos habla de un hijo del pueblo forjado en la lucha desde pequeño, nacido para luchar, marcado a fuego por el destino de los pobres del mundo, pelear o morir, la burguesía y la oligarquía, jamás perdonarán a un hijo del pueblo, a un hijo de su violencia que se decide a luchar; buscarán siempre evitar los poderosos que los hijos del pueblo de las futuras generaciones se atrevan a levantarse contra su opresión. Vinculado a las FARC desde 1975, el Mono Jojoy rápidamente demostró sus inigualables condiciones de dirigente; en la Sierra Macarena demostraría estas capacidades cuando dirigió el aniquilamiento de una columna de 24 soldados sedientos de la sangre de los guerrilleros, pero que terminaron sepultados por las balas libertarias de los luchadores farianos. Luego fue el encargado de la seguridad de Jacobo Arenas, cumpliendo sus tareas con tal éxito que convertiría a las escuadras del Frente 7, en el poderoso Frente 26 que llevaría la justicia armada a La Uribe. Este éxito militar y organizativo haría que le sea encargado el control militar de la zona donde se realizaron los diálogos de La Uribe. En lo que resta de los años 80, los soldados sedientos de sangre, morderían el polvo de la derrota en manos de las fuerzas comandadas por el Mono Jojoy que daría buena cuenta de su criminalidad, garantizando el poder popular que se extendía en las zonas liberadas. En reconocimiento a estas condiciones ingresaría al Secretariado de las FARC. Este sería el segundo pecado que la burguesía jamás le perdonaría al Comandante Briceño: que un hijo de campesinos, que no asistió a las elitistas escuelas militares, que no pertenece a las rancias oligarquías militares, que no es adoctrinado por la CIA en la Escuela de las Américas, los derrote una y otra vez en el campo de batalla. Les demuestre que la doctrina militar proletaria, que la aplicación del materialismo dialéctico al arte de la guerra es infinitamente más eficiente que la anquilosada teoría militar burguesa. Que en los ejércitos populares la garantía de dirección, no es el origen familiar y la plata, la dirección de los ejércitos revolucionarios es tarea de los mejores. El Mono Jojoy fue sin duda un estratega militar proletario de la talla de Stalin, Mao, Vo Nyugen Giap, Shukov, y otros genios de la dialéctica revolucionaria. Durante los noventa el Mono Jojoy se convirtió en el principal comandante militar de las FARC-EP, venciendo en infinidad de escaramuzas a las tropas criminales del ejército colombiano, organizando paros armados y generando poder popular y extensas zonas liberadas. Pero el mayor odio que el Mono despertó en la oligarquía colombiana es porque aniquiló a los paramilitares armados por el Estado colombiano para realizar la guerra sucia contra el pueblo en armas; siempre que los criminales paramilitares armados por el Estado colombiano osaron aventurarse en zonas liberadas controladas por el Comandante, dejaron sus miserables vidas bajo las balas revolucionarias que hacían justicia para con las víctimas de la criminalidad fascista de estos cerdos sanguinarios; y fue en estos combates que el Mono Jojoy asestó varios golpes contra el paramilitar mayor, el asesino Álvaro Uribe, cobarde y siniestro personaje que escondido tras sus comitivas de gorilas nunca dio la cara ante el pueblo alzado en armas. Finalmente la oligarquía, utilizando a su títere Santos, acabaría con la vida del Comandante; la CIA y el Imperialismo pondría toda la tecnología y armamento para acabar con la vida de ese osado guerrillero que había derrotado a sus gorilas y paramilitares por más de treinta años, para terminar con ese espartano andino que se había educado en la guerra para luchar hasta morir por la paz y la justicia social. Podemos imaginar los últimos momentos de nuestro Comandante como una repetición colombiana de la epopeya de Leonidas en las Termópilas, cuando trecientos espartanos enfrentaron hasta morir al ejército imperial persa: rodeado por las fuerzas del Imperio criminal, miles de soldados deshumanizados marchando armados hasta los dientes para matar a un solo guerrillero, dispuesto a morir antes que rendirse ante los asesinos, incapaz de entregar ese fusil que fue su compañero inseparable hasta que el pueblo colombiano sea libre, gritando hasta el final sus aullidos de guerra como un grito de libertad por la emancipación de la especie, y finalmente muriendo para vivir para siempre. Y esta muerte heroica hará que su figura sea odiada más allá de la tumba: la burguesía clase débil y cobarde jamás tendrá entre sus representantes a héroes de la dimensión de Nuestro Comandante, a valientes guerrilleros incapaces de rendirse, de dejar de luchar, de bajar los brazos, de someterse; guerreros sin miedo, generadores de epopeyas modernas que transforman el mundo en cada escaramuza, y que cuando el mundo sea socialista serán recordados como las grandes constructores de un mundo de paz. Hoy se cumplen siete años desde que el Comandante Jorge Briceño se unió al panteón de los inmortales, siete años que no contamos con uno de los mejores jefes militares y políticos que esta tierra ha parido, siete años sin la guía de uno de los mejores hijos de Colombia y América. La burguesía y el Imperialismo siguen destilando veneno cuando hablan de nuestro Comandante, los medios de comunicación siguen ladrando su odio contra un hijo de campesinos que pasó a la historia sin pedir permiso a los asesinos de nuestras patrias, sigue generando indigestión en los delicados estómagos de los financista de los criminales paramilitares que defienden el Estado colombiano; pero son también siete años que el Mono Jojoy vive, como decía el viejo Marx, en el generoso corazón de la clase obrera. Que el Mono es la semilla fecunda que algún día dará sus frutos en nuevas generaciones de guerrilleros heroicos que trasformarán para siempre Colombia, América y el mundo, en el único amanecer diferente al que aspiramos, un amanecer socialista. 

Ecuador, 22 de septiembre del 2017.